Verdaderamente la vida es una caja de sorpresas, un cúmulo de vivencias y anécdotas llamarlo como se quiera, pero como se dice por estos lares “haber las hay” en referencia a las meigas.
En agosto, en pleno periodo estival, la Santa, compró un billete de vuelo, sabiendo que el año pasado le costo un mundo a Churrumbela, estar sin venir a casa hasta las navidades, ya que en su nueva vida, sabe que no puede estar viajando como ella y nosotros quisiéramos.
Pues dicho vuelo cogió la fecha al azar, volando el 10 de octubre desde Barcelona a primera hora llegando a casa sobre las 11,30 de la mañana. No tendría ninguna importancia si no fuese que media hora después, su abuela se le apagaría la luz, el tiempo justo, justo, muy justo para poderse despedirse en el hospital.
Sí está es casualidad, no menos es la que le sucedió a un servidor, eran ya cerca de cinco años estando en la mayor empresa del país, cuando sonó el teléfono, no eran amigos ni familiares, sino el director RRHH de una empresa nacional, querían contar con mis servicios.
Una entrevista que hiciera hace más de dos años, no me acordaba de nada ni de la empresa ni de la entrevista, solo acepté a decir que si, sin importar que quedaba a mas de 300 km de casa y tenía que empezar el lunes día 13, la esperada llamada que tanto trabaje y tanto tardo me dejo indiferente, no daba crédito a lo que me estaba pasando, tanto es así que tarde en reaccionar, no podía entender como eso tenia que estar pasando en ese lugar y en ese momento. Estaba en urgencias mi madre ya no recibía no se pudo alegrar.
Haber las hay, si las meigas. Casualidad, pero realidad.