Tenía ganas de leer el libro.
Elena Pita nos hace llegar a base de charlas y entrevistas a compañeros o personas cercanas al doctor, el método que utiliza para trabajar en los pulmones, cuando llega el maldito y benigno cáncer. Va contando su infancia, la juventud, de un modo u otro ya es líder en la pandilla por sus aventuras arriesgadas, que los otros no tenían valor a realizar. Como se pone a estudiar medicina, sin ser un gran estudiante y como antes de terminar ya le empieza a dar vueltas la cabeza con lo de operar sin dolor.
Lo que es riesgo o casualidad, por los deportes que practica o hasta donde llegar con el bisturí, como por ir de compras y llegar tarde a la cita, en una de las muchas visitas que hace a los hospitales de todo el mundo, se libra de un atentado en Bali.
Cuando empieza a tener un nombre en el mundo de la medicina, aparece la envidia, los enfrentamientos con los compañeros de trabajo, los obstáculos y las zancadillas son a diario, pero cuando el enemigo es tu propio jefe, la presión antes de entrar en el quirófano se hace insostenible, aparece el bullying laboral.
Es médico, pero primero persona y humano, el trato con el paciente es de tú a tú. Así lo narra Elena Pita, como es Diego en “Imposible es nada” un libro de fácil lectura. Dije que tenía ganas de leerlo, ya que por suerte o por desgracia lo conocí cuando el mal nos achaca. Normalmente cuando llegas a él es por lo mismo, el anterior oncólogo da el tiempo que da, y cuando llegas a esa situación te agarras a un clavo ardiendo.
Conseguir la consulta ya es un recto, que te reciba pronto es más y cuando llegas a él…, ves a un chaval joven que se levanta y recibe a la enferma con dos besos, esto no es normal, en este gremio que tanto guardan las distancias.
A los dos minutos ya te tranquiliza, es tal cual como lo relatan cualquier paciente en el libro, pregunta y contestamos los acompañantes, como observa, mirando a los ojos del paciente, le explica directamente la situación en la que se encuentra, esperando que nos diga “Yo te opero” sales de allí medio curado.
O como cuando antes de entrar en el quirófano viene a tranquilizarla, ella tan religiosa y con el rosario rezando, ve las pintas del Dr. todo sudado de anteriores operaciones, con barba de tres días, le dice “que sea lo que Dios quiera Dr.” rece lo que quiera, pero no se preocupe que esto va a salir todo bien. El día siguiente, sábado, a media mañana aparece Diego afeitado y con ropa de calle a pasar consulta, le da dos besos, le agarra la mano diciéndole que ya no tiene nada de nada.
Esto no es normal en un médico, pero si en Diego.
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